Carta al Mar Menor

Querido Mar Menor,

He pasado los últimos 23 veranos a tu lado, mi memoria no alcanza a recordar un verano sin ti y no me imagino un futuro en el que no te visite varias veces en esta época del año. Este ha sido el primer verano que no he podido bañarme en tus aguas, y esa sensación extraña me ha motivado a escribirte estas líneas. No es justo que haya tenido que esperar a verte tan enfermo para escribirte esta carta, probablemente debí haberla escrito en aquellos veranos en los que tanto disfrute de tu compañía, o quizás incluso en aquellos en los que los primeros síntomas de tu enfermedad comenzaban a notarse. Pero no, he decidido escribirla ahora, que como digo no es el momento más justo, pero sí el más necesario.

¿Qué ha pasado para que acabes así? Es cierto que llevabas tiempo advirtiéndonos que no se te trataba de la manera adecuada, pero a pesar de ello, nos ha pillado de sorpresa tu estado en este verano. ¿Los culpables? Muchos, en primer lugar nosotros, tus hijos, los hijos del Mar Menor que a pesar de ver como ibas a peor cada año nunca protestamos, o al menos no lo hicimos con la suficiente fuerza. En segundo lugar, y con más importancia si cabe, tus padres. Papa Cartagena y mama Región de Murcia, a los que no les falta tiempo para presumir de ti en sus campañas de turismo, pero que son los primeros en mirar para otro lado cuando vienen los problemas. En mirar para otro lado y en culparse el uno al otro sin aportar soluciones, y eso es triste. Es gracioso ver como papa Cartagena afirma que en caso de divorcio te llevaría con él pero que mientras tanto sea mama Región de Murcia quien se haga cargo de ti. Es gracioso ver a mama Región de Murcia tratar de restar importancia al problema y hacernos creer que en poco tiempo estarás igual de bien que siempre cuando todos sabemos que es imposible. Bueno estas dos últimas cosas no son graciosas, son vergonzosas.

Ahora que te veo tan mal, me da por recordar tiempos mejores. Esos tiempos en los que mirabas a los grandes mares del mundo como el Mar Rojo, Mar Negro o Mar Muerto, los mirabas a los ojos convencido de que no tenías nada que envidiar, y de que eras tan maravillosamente excepcional como lo son ellos. Mira si has sido grande que cuando está cerca tuyo, el Mar Mediterraneo pierde su nombre y pasa a llamarse Mar Mayor y eso es por tu culpa, o mejor dicho, gracias a ti. Recuerdo esos primeros veranos, mis primeros chapuzones fueron a tu lado, mis primeros castillos de arena, aquel campeonato de voley-playa o aquel otro de fútbol playa. Aquel verano en el que hice un intento de aprender a navegar, en eso quedó en un intento, pero también estabas presente. Por eso me duele verte así, a ti que has formado parte de tantos momentos importantes en mi vida, en mi vida y en la de millones de vidas más. He de reconocer que en muchos momentos no supe valorarte, no supe valorar la tranquilidad y paz que dan tus aguas e iba en busca de olas más grandes, de mares más movidos. Con el tiempo aprendí que ambos eráis compatibles y sobre todo necesarios.

Cuanto te debemos y que poco te hemos dado. La intención de esta carta no es pedirte perdón porque quizás sea algo tarde, tampoco se trata de un análisis preciso de la situación, para eso ya tenemos a los expertos. La intención de esta carta es simplemente expresar un eterno agradecimiento y un deseo que vuelvan tiempos mejores, y vivir esos tiempos a tu lado.

Cuídate mucho amigo, y mejórate. Nosotros desde este lado pelearemos todo lo que podamos por tí.

Nos vemos en las aguas!

Feli