lunes, 30 de marzo de 2015

México On Tour: Un año después (I)

Tal día como hoy hace justo un año, comenzaba la aventura, comenzaba el viaje de mi vida, comenzaba mi viaje en México. Bueno en realidad tal efeméride tuvo lugar ayer, pero el 29 de Marzo de 2014, lo pasé entre trenes, aviones y esperas en aeropuertos para un viaje que duraría unas 20 horas. ¿Qué por que iba yo a México? Pues para asistir a la boda de un hermano, no hermano de sangre, pero casi, hermano de grada. Y ya que cruzábamos el charco, pues había que aprovechar para hacer turismo. En los siguientes días trataré de describir aquel maravilloso viaje por tierras mexicanas, y lo haré separando las distintas etapas que tuvo el mismo.


ETAPA 1: México DF.

Volvamos a aquel 30 de Marzo de 2014, no sé si sería por el famoso "jet lag" o por los nervios del viaje pero mi compañero de viaje y yo, estábamos despiertos desde muy temprano, y como el DF es muy grande y teníamos poco tiempo para verlo, decidimos empezar el día pronto para aprovecharlo mejor.

Tras degustar los primeros platos mexicanos para un fuerte desayuno, recorrimos unos kilómetros del famoso Paseo de la Reforma (una de las avenidas más importantes de México), hasta llegar al Museo Nacional de Antropología, nuestra primera parada. Aquí pudimos disfrutar de las distintas culturas que ha habido en México a lo largo de su historia. Después de una productiva visita, paseamos por el increible Bosque de Chapultepec, el pulmón de la ciudad, y en este bosque fue donde empezamos a darnos cuenta de lo grande que era el DF y de la cantidad de gente que había allí.


Decidimos entonces ir al centro de la ciudad para seguir haciendo turismo, y entonces fuimos protagonistas, de una de las coincidencias más acojonantes que he visto en mi vida. Allí estabamos en una de las ciudades más grandes del mundo, y al subir a uno de los autobuses turísticos que recorrían los puntos más emblemáticos coincidimos con nuestros amigos, los hermanos del novio, la otra parte de la expedición murcianica en el viaje. Íbamos a quedar a lo largo de la mañana, pero no hizo falta, el azar hizo que nos encontrásemos en ese autobús.Vimos desde el autobús algunos de los sitios más importantes de la ciudad hasta llegar a la impresionante Plaza de la Constitución (mundialmente conocida como el Zócalo), donde pudimos visitar las ruinas que habían sobrevivido a la conquista de los españoles. Aquí nuestros caminos volvieron a separarse puesto que ellos iban a ir a la zona donde nosotros habíamos estado durante la mañana.

Lo que era un día soleado, se convirtió de pronto en una día horrible, comenzó a llover de manera fuerte y tuvimos que buscar refugio, comimos algo rápido en puesto callejero (cosa que no recomiendo hacer, y nosotros no repetiríamos a lo largo del viaje) y como el tiempo no acompañaba cambiamos nuestros planes iniciales y decidimos ir a las afueras de la ciudad para visitar "La Monumental" , la famosa plaza de toros mexicana, donde pudimos disfrutar de una novillada infantil gratuita (no soy amante de la tauromaquia, pero no podíamos dejar pasar la oportunidad), y unos mexicanos nos ofrecieron su bota de vino por el mero hecho de ser españoles en los toros.



A tan solo unos metros de la Plaza de Toros, se encontraba el estadio del Cruz Azul, ver ambos escenarios tan cerca, inevitablemente nos llevó a recordar nuestra añorada Condomina. El tiempo seguía sin acompañar, así que decidimos volver al hostal a descansar, no había estado mal para el primer día. Tras descansar un poco en el hostal, salimos a cenar los típicos tacos mexicanos y vuelta al hostal para un merecido descanso.

Al igual que el día anterior, esa mañana también nos levantamos temprano, pero en esta ocasión, no se debió al Jet Lag, si no a las excursiones que teníamos previstas para aquella mañana. Nos encontramos con el resto de la expedición (los antes citados hermanos del novio) y pusimos rumbo a las típicas pero no por ello menos interesantes visitas de rigor en México. Así esa mañana pudimos disfrutar y recorrer (vaya si andamos), la Plaza de Las Tres Culturas, La Basílica de Guadalupe y las famosas pirámides de Teotihuacan.





La mañana fue agotadora, pero teníamos tan poco tiempo en el DF que no había momento para el descanso, repusimos fuerzas disfrutando de otra otra comida típica mexicana (en esta ocasión se trataba de varias tipos de carne cocinados en piedra vulcanizada) , y aprovechamos la tarde para pasear por el centro: Calle Madero, Plaza del Zócalo, Museo de Bellas Artes.... Ese paseo por el centro nos sirvió para descubrir que DF era un caos de ciudad, los edificios no guardaban ninguna simetría ni orden, había demasiada gente en la calle, y un tráfico horrible, era un caos si, pero era nuestro caos, un caos que se dejaba querer, un caos que se tiene que intentar disfrutar al menos una vez en la vida.


Volvimos al hostal en metro, un metro tan anticuado como masificado, realmente fue un rato de agobio, pero no podíamos permitirnos estar en una ciudad tan grande y decir que no habíamos viajado en metro. En esta ocasión decidimos descansar de comida mexicana (quedaban muchos días para disfrutar de ella) y tras una cena rápida, salimos en búsqueda de un bar para tomar unas cervezas, pues la cerveza de cada lugar forma parte del atractivo turístico del mismo.

Llegaba lo que sería la última mañana en México, pues a primera hora de la tarde nos iríamos a Orizaba, ciudad donde vivía (y sigue viviendo) mi hermano de grada, el culpable de que todos estuviésemos en México hace un año. Como ya habíamos visitado lo más "típico" decidimos aprovechar esa mañana para "caprichos". Dejamos las maletas hechas, para poder aprovechar al máximo la mañana y fuimos hacia el barrio de Coyoacán, donde visitamos una de las casas de Hernan Cortés, situada en la plaza de Coyoacan y de allí fuimos al Museo de Frida Khalo (si no conocéis la historia de esta mujer os recomiendo investigar un poco).



Ahora tocaba mi capricho, y es que no podía irme de México DF sin visitar, el gigante, sin vistar el Estadio Azteca. Mi historia con este estadio es curiosa, mis ganas de ver este estadio, no vienen por ningún partido, ni por los famosos goles de Maradona en el mundial 86, el culpable de que yo tuviera tantas ganas de ver este estadio, no es otro que el gran Andrés Calamaro, y su canción Estadio Azteca. Podría intentar describir como fue la visita al estadio, pero en lugar de eso os dejaré la descripción que hizo de la visita al mismo el guitarra de Loquillo, Igor Paskual , que escribe bastante mejor que yo (la parte del estadio está en Viernes 31) , yo lo único que os diré del estadio, es que como dice Calamaro, me aplastó ver al gigante:



Y así concluye la etapa del DF, mañana seguiremos descubriendo México, mañana más!







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